MARC QUINN (n. 1964)










Procedencia
Colección privada, adquirida directamente al artista en 2006Exposición
Chatsworth House, y Sotheby's. (2010). Más allá de los límites: Sotheby's en Chatsworth Chatsworth: Sotheby's. illus. pPg. 185,000
Historia
¿Qué tan innovadoras pueden ser las flores? Como la icónica Miranda Priestley bromeó sarcásticamente en El diablo viste de Prada: "¿Florales? ¿Para la primavera? Rompiendo esquemas". Sin embargo, las flores siempre han sido vehículos para los artistas que crean arte pionero. Lovebomb de Marc Quinn forma parte de esta larga tradición.
Desde los murales de los jardines del antiguo imperio romano hasta las pinturas de bodegones del Siglo de Oro holandés, las flores han sido símbolos con muchos significados. Como obra de arte, las flores pintadas tienen algo de antinatural, dado que estas maravillas botánicas surgen de la naturaleza. Una flor pintada "vive" mucho más tiempo que la materia orgánica. Esta idea ha fascinado a los artistas que han aprovechado este vacío, ya sea agrupando flores y plantas que normalmente no estarían en temporada o florecerían al mismo tiempo o incluyendo guiños a la fugacidad de la vida entre un arreglo pintado inmortal.
¿Qué lugar ocupa Marc Quinn en esta tradición histórica del arte? Las flores, y en particular las orquídeas, han sido una importante fuente de inspiración para Quinn. Desde esculturas hasta pinturas, Quinn ha investigado el simbolismo de las orquídeas -la belleza, el deseo, la sensualidad, la vida, la muerte- combinado con investigaciones sobre la temporalidad física. Las flores, y por extensión nuestra existencia, son efímeras y, sin embargo, artistas como Quinn han logrado un nivel de inmortalidad a través de las obras de arte. Quinn anota estas dos ideas dispares en sus obras para provocar preguntas en el espectador. El arte de Quinn vive en esa magia de la transformación: convertir flores reales en esculturas, pintarlas y crear flores monumentales. Señala: "El arte es [el proceso de] transformar algo ante tus ojos".
Sin embargo, el arte de Quinn profundiza aún más. Las orquídeas son una de las mayores familias de plantas florales y él celebra su propia esencia, las cualidades escultóricas y pictóricas que ya les son inherentes a través de su forma y color.
Lovebomb presenta una visión a la vez bella y ligeramente monstruosa de la naturaleza. Quinn creó un ramillete de orquídeas, muchas de las cuales no existirían una al lado de la otra, y lo amplió a escala monumental. La obra provoca una tensión entre lo que tenemos delante y lo que sabemos que puede existir. Nos seduce la visión mientras sabemos que, en el fondo, está ocurriendo algo antinatural, corrupto y mágico. Lo que parece estar vivo es algo más que muerto: para empezar, nunca fue real.
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