Chagall es tan a menudo alabado por su capacidad de llevar al espectador a un mundo vibrante y dichoso que es refrescante ver lo bien que transmite su contagiosa alegría de vivir sin utilizar el color. Sin coloración y ejecutado a lápiz y con lavados grises transparentes, Les Amoureux sur le Divan bien podría reflejar el patetismo y el duelo que le quedó tras la muerte de su amada Bella en septiembre de 1944. Por otra parte, puede representar a su actual amante, y a la madre de su segundo hijo, Virginia Haggard. En cualquier caso, Les Amoureux sur le Divan refresca nuestro aprecio por un artista sin parangón en su deseo y capacidad de compartir recuerdos privados de tan cariñosa intimidad, haciéndonos partícipes como afortunados voyeurs de los momentos más arrebatadores de una vida bien vivida.