Quizá en ninguna otra década pudo Warhol producir una serie de cuadros compuestos por singulares o múltiples signos de dólar. Los años 80 son, después de todo, la época en la que Gordon Gekko declaró en la película Wall Street que "... la codicia, a falta de una palabra mejor, es buena". Warhol tuvo la libertad de examinar la exuberancia material en su apogeo, y muy pocas cosas pueden simbolizarla mejor que un signo de dólar. Para saber más sobre el Warhol de los 80, visite nuestras exposiciones virtuales Andy Warhol: Polaroids y It Was Acceptable in the 80s.

Sin embargo, esta preocupación no surgió sólo en la década de 1980, sino que ha sido una obsesión de toda la vida. En la década de 1960, Warhol serigrafió billetes de dólar; además, su atención a los bienes de consumo, como las latas de sopa y las cajas de brillo, apunta a una comprensión de la influencia del dinero en la cultura visual.

Al despojarse de cualquier otro simbolismo o referencia a la moneda en su serie de cuadros Dollar Sign de 1981, Warhol desafía al público a fusionar dinero y arte, al tiempo que colapsa las bellas artes y la cultura pop. El signo del dólar nos rodea cada día, más aún en la era de Internet, en la que con un clic podemos satisfacer nuestros deseos. Como dijo el empresario de arte Anthony d'Offay de su obra durante la década de 1980, "parecen ser proféticos". Sus obras, incluida esta pintura, hablan de la época en que fueron creadas y de las repercusiones en nuestra sociedad actual.

Más allá del simbolismo del signo del dólar, podemos apreciar sus cualidades pictóricas. Warhol dibujó originalmente los signos del dólar, los fotografió y luego serigrafió la imagen resultante en el lienzo. Los tres signos del dólar son individuales tanto en su forma como en su color. Sus colores salvajes y sus líneas sinuosas atraen y repelen a la vez. Se convierten a la vez en símbolo y abstracción. El público comprende el cuadro como una declaración de dinero y como formas abstractas. Es casi como si la obra fuera un anuncio del propio dinero. Hay una dualidad en la obra: una declaración vacía que oculta una profunda complejidad.

Los cuadros Dollar Sign son el Warhol más irónico y sincero.