Alexander Calder: Un universo de pintura
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Heather James se enorgullece de ofrecer una excepcional colección de gouaches del maestro moderno Alexander Calder. Todas ellas realizadas en la última década de la vida del artista, estas obras muestran a Calder en pleno dominio de su distintivo lenguaje artístico.
Aunque hoy le conocemos más por sus esculturas, Calder comenzó su carrera artística como pintor abstracto, prefiriendo el óleo y también el gouache como medio para su obra pictórica. A veces conocido como acuarela opaca, el gouache es una pintura soluble en agua que se maneja de forma muy parecida a la acuarela para el artista. Tanto la acuarela como el gouache permiten al artista pintar con rapidez, pero ambos son medios extremadamente implacables, ya que se secan rápidamente y son difíciles de retocar. Sin embargo, a diferencia de la acuarela, que tiene un aspecto translúcido, el gouache contiene pigmento blanco, lo que hace que el color sea opaco. Calder valoraba el gouache precisamente por estas razones: se secaba rápidamente como una acuarela, pero producía los colores intensos que él buscaba.
PASO A LA ABSTRACCIÓN
Calder visitó el estudio de Piet Mondrian en París en octubre de 1930. El estudio le asombró por su extraña disposición y sus crudas combinaciones de colores. Calder comentó: "La luz entraba por la izquierda y por la derecha, y en la pared maciza entre las ventanas había experimentos con rectángulos de cartón de colores pegados con chinchetas. Incluso la victrola, que había sido de un color turbio, se pintó de rojo". Esta experiencia cambió la trayectoria de la carrera de Calder, marcando un giro hacia la abstracción. Sus primeras composiciones totalmente abstractas fueron una serie de pinturas al óleo.
PINTAR MIENTRAS SE ESCULPE
En las décadas de 1940 y 1950, Calder se había hecho tan popular como escultor que abandonó en gran medida la pintura, concentrándose en crear el vocabulario escultórico cinético por el que le conocemos. Sin embargo, nunca abandonó del todo la pintura. La exposición presenta un raro óleo de la década de 1940. En esta obra podemos ver el vocabulario geométrico característico de Calder, que incluye ondulaciones y remolinos. En este cuadro podemos ver a Calder trabajando ciertas formas que se repetirían a lo largo de su carrera tanto en forma escultórica como sobre una superficie plana. Círculos, óvalos y otras geometrías dominan el espacio. Existe la misma sensación de energía y fluidez. Las formas no se asientan sobre la superficie, sino que vibran, dando una sensación de movimiento que contrasta con la naturaleza estática de las obras bidimensionales. Parecen estar en sintonía con la naturaleza viva de la obra de Joan Miró, un artista y amigo al que Calder admiraba mucho. Ambos crearon incluso una serie llamada "Constelaciones", realizada por separado -sin comunicación entre sí- pero misteriosamente sincronizada, visualmente. Cabe destacar que ambos conjuntos de obras recibieron el nombre de "Constelaciones" después de que no fueran creadas por los artistas, sino por sus contemporáneos.
LOS GOUCHES
Sin embargo, hacia el final de su vida, una vez que se aseguró la fama y el renombre como escultor, Calder regresó al proceso más íntimo y menos implicado físicamente de la pintura al gouache en serio. Al volver a la pintura al gouache con toda una vida de experiencia como escultor, Calder comenzó a transcribir el vocabulario tridimensional de las formas escultóricas que había desarrollado en la superficie bidimensional del papel. Estos gouaches le brindaron la oportunidad de explorar el color y la línea, encontrando a menudo la intersección de la abstracción y la figuración, creando un arte que no sería posible en el espacio tridimensional.
Esta exposición se esfuerza por dar una imagen más completa del vocabulario único que Calder empleó para explorar los mismos temas de color, movimiento y consultas espaciales desde diferentes perspectivas.