Harry Bertoia

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Cuando Hans y Florence Knoll contrataron al escultor italiano Harry Bertoia para desarrollar sus conceptos creativos sin las limitaciones de una estricta agenda de diseño, era una señal segura de que reconocieran su talento creativo implacable para integrar la belleza y la elegancia de Diseño. Que el Diamante, Pájaro, silla lateral y taburete adornan los pisos del Museo de Arte Moderno es testimonio de sus contribuciones en elevar una apreciación de la naturaleza integral del diseño como elemento primario de la estética de mediados de siglo. En un lado más pragmático, estas carcasas de asientos de malla de alambre se vendieron tan bien que un pago a tanto alzado permitió a Bertoia ampliar la gama de sus investigaciones en las potencialidades del metal en todas sus formas y aspectos.

La escultura Willow de Bertoia resuena como expresión de gracia y delicadeza; cualidades que son las asociaciones habituales que tenemos con las propiedades intrínsecas de la aleación de la que está hecha. Esta versión suspendida – la rara versión de Willow– parece tener una presencia consciente de sí misma; uno que se deleita en ese contraste de propiedades. Sin embargo, no invita a nada más que placer existencial en la visualización de la misma.  Piense en Willowcomo una versión audazmente articulada de Calder si este último maestro tuviera una evocación más orgánica o corpórea en mente. Suspendido, ordena su área pero respeta su relación espacial con su entorno. Luz, forma, espacio – estas son herramientas conceptuales del escultor. Pero, ¿quién más pensaría en utilizar material reflectante más fácilmente asociado con la inflexibilidad y la fuerza del tensor para crear un ramo de hebras en cascada de acero inoxidable, suspendidas en el espacio, como una flora y tan elegantemente bellas?