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DOROTHY HOOD (1918-2000)

 
Para Hood, el mar y la extensión infinita del cosmos son reflejos el uno del otro. Encarnan la fuerza formidable que es atractiva para la mente y hace alarde de nuestras ilusiones de tener el control. El vacío es una fuerza ilimitada y primigenia que trasciende nuestra comprensión de su verdadera naturaleza. Para Hood, el desafío de enmarcar el infinito dentro de los límites finitos de un lienzo se convirtió en el trabajo de su vida. En The Face in the Sea, las zonas negras crean la impresión de un espacio negativo, al igual que la inmensidad del espacio mismo, donde los estallidos rojos improvisados son como fenómenos celestes; nebulosas, cometas y galaxias y emergen dentro de ese vacío. Los bordes afilados del negro actúan como horizontes de sucesos que oscurecen y, sin embargo, definen, insinuando dimensiones invisibles más allá, un vacío que refleja la inmensidad desorientadora del espacio. El efecto es cosmológico y psicológico, una obra que captura la emocionante dualidad del espacio, el potencial infinito que se encuentra con un misterio incognoscible. Para Hood, el mar y la extensión infinita del cosmos son reflejos el uno del otro. Encarnan la fuerza formidable que es atractiva para la mente y hace alarde de nuestras ilusiones de tener el control. El vacío es una fuerza ilimitada y primigenia que trasciende nuestra comprensión de su verdadera naturaleza. Para Hood, el desafío de enmarcar el infinito dentro de los límites finitos de un lienzo se convirtió en el trabajo de su vida. En The Face in the Sea, las zonas negras crean la impresión de un espacio negativo, al igual que la inmensidad del espacio mismo, donde los estallidos rojos improvisados son como fenómenos celestes; nebulosas, cometas y galaxias y emergen dentro de ese vacío. Los bordes afilados del negro actúan como horizontes de sucesos que oscurecen y, sin embargo, definen, insinuando dimensiones invisibles más allá, un vacío que refleja la inmensidad desorientadora del espacio. El efecto es cosmológico y psicológico, una obra que captura la emocionante dualidad del espacio, el potencial infinito que se encuentra con un misterio incognoscible. Para Hood, el mar y la extensión infinita del cosmos son reflejos el uno del otro. Encarnan la fuerza formidable que es atractiva para la mente y hace alarde de nuestras ilusiones de tener el control. El vacío es una fuerza ilimitada y primigenia que trasciende nuestra comprensión de su verdadera naturaleza. Para Hood, el desafío de enmarcar el infinito dentro de los límites finitos de un lienzo se convirtió en el trabajo de su vida. En The Face in the Sea, las zonas negras crean la impresión de un espacio negativo, al igual que la inmensidad del espacio mismo, donde los estallidos rojos improvisados son como fenómenos celestes; nebulosas, cometas y galaxias y emergen dentro de ese vacío. Los bordes afilados del negro actúan como horizontes de sucesos que oscurecen y, sin embargo, definen, insinuando dimensiones invisibles más allá, un vacío que refleja la inmensidad desorientadora del espacio. El efecto es cosmológico y psicológico, una obra que captura la emocionante dualidad del espacio, el potencial infinito que se encuentra con un misterio incognoscible. Para Hood, el mar y la extensión infinita del cosmos son reflejos el uno del otro. Encarnan la fuerza formidable que es atractiva para la mente y hace alarde de nuestras ilusiones de tener el control. El vacío es una fuerza ilimitada y primigenia que trasciende nuestra comprensión de su verdadera naturaleza. Para Hood, el desafío de enmarcar el infinito dentro de los límites finitos de un lienzo se convirtió en el trabajo de su vida. En The Face in the Sea, las zonas negras crean la impresión de un espacio negativo, al igual que la inmensidad del espacio mismo, donde los estallidos rojos improvisados son como fenómenos celestes; nebulosas, cometas y galaxias y emergen dentro de ese vacío. Los bordes afilados del negro actúan como horizontes de sucesos que oscurecen y, sin embargo, definen, insinuando dimensiones invisibles más allá, un vacío que refleja la inmensidad desorientadora del espacio. El efecto es cosmológico y psicológico, una obra que captura la emocionante dualidad del espacio, el potencial infinito que se encuentra con un misterio incognoscible. Para Hood, el mar y la extensión infinita del cosmos son reflejos el uno del otro. Encarnan la fuerza formidable que es atractiva para la mente y hace alarde de nuestras ilusiones de tener el control. El vacío es una fuerza ilimitada y primigenia que trasciende nuestra comprensión de su verdadera naturaleza. Para Hood, el desafío de enmarcar el infinito dentro de los límites finitos de un lienzo se convirtió en el trabajo de su vida. En The Face in the Sea, las zonas negras crean la impresión de un espacio negativo, al igual que la inmensidad del espacio mismo, donde los estallidos rojos improvisados son como fenómenos celestes; nebulosas, cometas y galaxias y emergen dentro de ese vacío. Los bordes afilados del negro actúan como horizontes de sucesos que oscurecen y, sin embargo, definen, insinuando dimensiones invisibles más allá, un vacío que refleja la inmensidad desorientadora del espacio. El efecto es cosmológico y psicológico, una obra que captura la emocionante dualidad del espacio, el potencial infinito que se encuentra con un misterio incognoscible. Para Hood, el mar y la extensión infinita del cosmos son reflejos el uno del otro. 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Para Hood, el mar y la extensión infinita del cosmos son reflejos el uno del otro. Encarnan la fuerza formidable que es atractiva para la mente y hace alarde de nuestras ilusiones de tener el control. El vacío es una fuerza ilimitada y primigenia que trasciende nuestra comprensión de su verdadera naturaleza. Para Hood, el desafío de enmarcar el infinito dentro de los límites finitos de un lienzo se convirtió en el trabajo de su vida. En The Face in the Sea, las zonas negras crean la impresión de un espacio negativo, al igual que la inmensidad del espacio mismo, donde los estallidos rojos improvisados son como fenómenos celestes; nebulosas, cometas y galaxias y emergen dentro de ese vacío. Los bordes afilados del negro actúan como horizontes de sucesos que oscurecen y, sin embargo, definen, insinuando dimensiones invisibles más allá, un vacío que refleja la inmensidad desorientadora del espacio. El efecto es cosmológico y psicológico, una obra que captura la emocionante dualidad del espacio, el potencial infinito que se encuentra con un misterio incognoscible. Para Hood, el mar y la extensión infinita del cosmos son reflejos el uno del otro. Encarnan la fuerza formidable que es atractiva para la mente y hace alarde de nuestras ilusiones de tener el control. El vacío es una fuerza ilimitada y primigenia que trasciende nuestra comprensión de su verdadera naturaleza. Para Hood, el desafío de enmarcar el infinito dentro de los límites finitos de un lienzo se convirtió en el trabajo de su vida. En The Face in the Sea, las zonas negras crean la impresión de un espacio negativo, al igual que la inmensidad del espacio mismo, donde los estallidos rojos improvisados son como fenómenos celestes; nebulosas, cometas y galaxias y emergen dentro de ese vacío. 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El rostro en el mar1970s177 x 152,4 cm(177,8 x 152,4 cm) óleo sobre lienzo
Procedencia
Propiedad de Dorothy Hood
Dorothy Hood Estate Holdings, Art Museum of South Texas Corpus Christi, Texas, adquirida a la anterior, 2001
Galería McClain, Houston, Texas
Exposición
Houston, Texas, Bibliotecas de la Universidad de Houston, Dorothy Hood: The Edge of Being, agosto 2022 - marzo 2023

75,000

Para Hood, el mar y la extensión infinita del cosmos son reflejos el uno del otro. Encarnan la fuerza formidable que es atractiva para la mente y hace alarde de nuestras ilusiones de tener el control. El vacío es una fuerza ilimitada y primigenia que trasciende nuestra comprensión de su verdadera naturaleza. Para Hood, el desafío de enmarcar el infinito dentro de los límites finitos de un lienzo se convirtió en el trabajo de su vida. En The Face in the Sea, las zonas negras crean la impresión de un espacio negativo, al igual que la inmensidad del espacio mismo, donde los estallidos rojos improvisados son como fenómenos celestes; nebulosas, cometas y galaxias y emergen dentro de ese vacío. Los bordes afilados del negro actúan como horizontes de sucesos que oscurecen y, sin embargo, definen, insinuando dimensiones invisibles más allá, un vacío que refleja la inmensidad desorientadora del espacio. El efecto es cosmológico y psicológico, una obra que captura la emocionante dualidad del espacio, el potencial infinito que se encuentra con un misterio incognoscible.
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