Auguste Rodin es considerado el pionero de la escultura moderna, aunque en un principio no pretendía desafiar la estética popular del pasado. Rodin utilizaba un método tradicional en su obra y deseaba el reconocimiento académico, aunque nunca fue aceptado en la École des Beaux-Arts.
Rodin tenía una clara habilidad para plasmar en arcilla superficies complejas y agitadas, lo que iba en contra de la tradición de la escultura de figuras principales, en la que las obras eran decorativas o muy temáticas. En consecuencia, muchas de las esculturas más notables de Rodin fueron criticadas habitualmente durante su larga carrera. A pesar de la controversia que rodeaba su arte, Rodin se negó a cambiar su metodología, lo que dio lugar a que sus obras consecutivas fueran cada vez más aclamadas tanto por el gobierno como por la comunidad artística.