TAMARA DE LEMPICKA (1898-1980)

TAMARA DE LEMPICKA Nacida como Maria Górska, hija de una madre de la alta sociedad polaca y de un poderoso abogado ruso, la privilegiada y viajada Lempicka desarrolló la confianza y el aplomo necesarios para sentirse a gusto con sus retratados, que eran la flor y nata de la sociedad y la industria. De espíritu independiente desde muy joven, tenía 18 años cuando se casó con Tadeusz Lempicki en 1916. Un año después, durante la Revolución Rusa, la pareja huyó a París. Fue una adicta al trabajo y una esposa y madre esquiva, que descuidó a su hija Kizette, a la que inmortalizó en retratos, y a su marido, que la abandonó en 1928 debido a la febril búsqueda de amantes, modelos y mecenas por parte de Lempicka. Se volvió a casar con el barón Raoul Kuffner, que la convirtió en baronesa y le aseguró un lugar en la alta sociedad.

Como artista, Lempicka era una clasicista que se interesó por las pinturas del Renacimiento cuando era adolescente mientras viajaba con su familia. Estudió a los antiguos maestros en la Académie de la Grande Chaumière de París y trabajó sin descanso para alcanzar fama y estatus. La fascinación de Lempicka por las celebridades alimentó su obsesión por su propia imagen. Fue la primera artista a la que se consideraba en términos de luminaria, y era conocida por llevar prendas que le regalaban Coco Chanel y Elsa Schiaparelli. En este autorretrato, es célebre su atuendo deportivo de Hermès con guantes y gorra de cuero, inspirado en la fotografía de Kertèsz.

Lempicka fue una de las intérpretes más coloridas y conocidas del modernismo, popular entre la realeza y la alta sociedad de la aristocracia francesa, así como entre la élite de Hollywood. Madonna, Barbra Streisand y Jack Nicholson son algunos de sus famosos coleccionistas.

OBRA DE ARTE

Investigación del Artista