Los anales de la historia del arte están repletos de artistas de genio que nunca alcanzaron la reputación que merecían durante su vida. Irving Norman, llamado "surrealista social", "realista mágico" o simplemente "pintor humanista", es uno de los más merecedores de esa distinción sin ceremonias. Sin dejarse intimidar por el mandato portentoso de conformarse a cualquiera de los'ismos' del arte que, para Norman, se habían vuelto vacíos y sin sentido, trabajó a contracorriente de su tiempo. Produciría algunas de las acusaciones visuales más potentes de un mundo contemporáneo moldeado por la guerra, la especulación inmoral y los elementos de pesadilla y deshumanización de la sociedad moderna. Considere a Norman un artista verdaderamente heroico. Su mantra, "decir la verdad de nuestro tiempo" y desenmascarar los elementos más oscuros y nefastos de la naturaleza humana, surgió de una chispa que iluminó el camino de su vida; sus horribles experiencias en el campo de batalla durante el último año de la Guerra Civil española. Esos recuerdos lo persiguieron para siempre. Sin embargo, también alimentaron una historia de vida tan fascinante como los dibujos y pinturas que tan acertadamente proyectan su visión. Se ofreció como voluntario para luchar en un país extranjero y en una guerra de la que nunca esperó regresar, un grado de sacrificio -el sacrificio final- y es la base de la comprensión de Norman y su arte. En cierto modo, sus pinturas nos preguntan lo mismo a nosotros. Vivió como el esperanzado idealista y dibujó y pintó con una agenda clara - para crear obras de las que el espectador no podía apartarse, esperando un efecto humanizador que pudiera llevarse a cabo.
Catálogo Irving Norman
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