Hans Hofmann
OBRA DE ARTE
"El mundo entero, tal como lo experimentamos visualmente, nos llega a través del reino místico del color". - Hans Hofmann
ACERCA DE
Muchos citan el impacto de Hans Hofmann como maestro, pero son menos los que le reconocen como uno de los grandes pintores de la posguerra estadounidense. Heather James se complace en ofrecer cuatro obras ejemplares de Hofmann que demuestran la notable amplitud de su legado. Importantes vías de la abstracción cobraron impulso en la amplia franja esculpida por su enseñanza y su ejemplo.
Nacido en 1880, a una generación de distancia de los expresionistas abstractos más veteranos como de Kooning o Rothko, Hofmann pasó la década crucial entre 1904 y 1914 en París, conoció a Picasso y Matisse, y estaba en escena cuando se inauguró la gran retrospectiva de Cézanne en 1906. Así pues, no es de extrañar que, tras llegar a Nueva York en 1932, Hofmann tomara un camino algo tortuoso hacia el estilo característico por el que ahora se le recuerda mejor. Décadas antes de pintar vibrantes rectángulos de color puro y flotante, conocidos comúnmente como "losas", Hofmann pincelaba, manchaba y goteaba pintura con una mano más suelta, basada en el azar. Aún no se sabe si fue él o Pollock el pionero de la técnica del "goteo". Menos controvertido es el impacto de sus enseñanzas en Joan Mitchell y varios de los pintores más jóvenes que se decantaron por un Expresionismo Abstracto más lírico, más cercano a la naturaleza.
"El arte es para mí la glorificación del espíritu humano, y como tal es la documentación cultural de la época en que se produce". - Hans Hofmann
Sin título (Vista del puerto de Provincetown), c. 1937
Ningún artista tendió un puente entre el modernismo europeo y el expresionismo abstracto americano como Hans Hofmann. Sin título (Vista del puerto de Provincetown) combina a la perfección elementos de ambos periodos. Fusiona el color desenfrenado de los fauves con pasajes de pincelada amplia, presagiando las técnicas automatistas de la Escuela de Nueva York. El cuadro es muy gestual, incorpora los motivos y la velocidad dinámica de la pincelada de Raoul Dufy, pero proyecta una energía más masculina y audaz. Este enfoque alude a las raíces del Action Painting y refleja el espíritu innovador de Hofmann durante su estancia en Providence, Rhode Island.
Canción de amor, 1952
A sus 72 años, Hans Hofmann trabajó este lienzo de forma deliberada y reflexiva para lograr impacto a través de la contención. El generoso espacio abierto permite que el lienzo respire, donde la pintura azul gotea en pasajes expresivos, fluyendo como sueños líquidos. La obra de Hofmann nunca se ha asociado con el surrealismo. Sin embargo, los zarcillos en forma de cuerda que serpentean por todo el campo tocan la raíz del automatismo surrealista, haciéndose eco del espíritu caprichoso de Miró. Lo más impresionante es que las zonas abiertas no son de un blanco crudo ni están "entonadas", sino que están impregnadas de una presencia sombría que infunde al cuadro una profundidad rica e inquietante, convirtiéndolo en una experiencia visual cautivadora y evocadora.
La escalada, 1960
Pintado en una época en la que la mayoría de los pintores estadounidenses empujaban la abstracción en nuevas direcciones o la rechazaban, The Climb es, no obstante, un cuadro de su tiempo, marcado por una sensualidad y un toque hábil y pictórico. Aunque los pasajes de La escalada están pincelados en lugar de vertidos o manchados, refleja el delicado lirismo de su antigua alumna, Helen Frankenthaler, quien, desde 1952, había experimentado con zonas flotantes de color absorbidas en el lienzo con una facilidad similar a la de la acuarela. Por otra parte, estas bandas cortas y lechadas prismáticas recuerdan aquellos días de gloria en París, cuando Hofmann trabajaba la teoría del color con su buen amigo Robert Delaunay y pensaba mucho en los prismas. También refleja las lecciones aprendidas de los fauves y de los artistas que verdaderamente inventaron la abstracción, Wassily Kandinsky, Kasimir Malevich, Frantisek Kupka y Piet Mondrian, por nombrar algunos de los protagonistas. La escalada es la gloriosa expresión de un pintor que bebe tanto del pasado como del presente, que pinta de forma lúdica pero no frívola, plenamente informado y preparado para expresar sus habilidades como pintor con sencillez y gran convicción.
Sin título, 1962
Pintado poco después de que Hofmann se retirara de su carrera docente, Sin título es un despliegue de color exuberante, marcado por una aplicación de pintura segura y agresiva que muestra su habilidad para manipular el espacio y la profundidad sin los métodos tradicionales de perspectiva y modelado. El pasaje abigarrado de azul y blanco, vigorosamente pincelado, es un rayo de energía rozado con tonos más cálidos y zonas oscuras, suspendido dentro de una habitación de profundidad espacial y dinamismo que resulta visualmente atractiva. Este último periodo de la carrera de Hofmann destaca por su vigor exploratorio juvenil y por la explotación de su teoría dinámica de empujar y tirar. La interacción de los colores no es sólo una elección estética, sino la plasmación de sus teorías, que demuestran la tensión visual que da vida al lienzo con formas y colores que avanzan y retroceden, creando una superficie viva que atrae la mirada del espectador. La profundidad espacial implícita y el enérgico arco de electricidad situado en la rica calidez del telón de fondo reflejan su creencia de que la pintura abstracta puede evocar la sensación de un mundo tridimensional, no a través de la representación directa, sino a través de las fuerzas emocionales y visuales del color y la forma.
Jarrón Amarillo, 1942
Hofmann pintó "Jarrón amarillo" sólo dos años antes de su primera exposición individual en la galería Art of This Century de Nueva York, en 1944. Esta vibrante obra es un estudio improvisado que examina la descomposición de la forma, que en 1942 era un principio en evolución del Expresionismo Abstracto. Hofmann era un destacado profesor en aquella época, y entre sus alumnos se encontraban Helen Frankenthaler, Allan Kaprow, Michael Goldberg y docenas de otros. "Jarrón amarillo" capta el dinamismo del enfoque único de Hofmann sobre la representación y la abstracción. La energía y el movimiento de sus obras serían una de sus contribuciones más significativas al arte estadounidense del siglo XX.
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