Frederick Frieseke es considerado a menudo como el mejor pintor impresionista americano de la figura. Sin embargo, cuando vino a estudiar a la Académie Juilian en 1898, varios pintores de Les Nabis seguían siendo una presencia persistente, y fueron los ricos patrones decorativos de Edouard Vuillard y Pierre Bonnard los que le sirvieron de modelo para su temprano éxito. Esa influencia queda claramente demostrada en la repetición desenfrenada de los voluminosos paraguas plisados y rayados de Under the Striped Umbrella (Bajo el paraguas rayado), un mural de lona instalado en el opulento comedor del Hotel Shelburne con vistas al paseo marítimo de Atlantic City. El impacto unificador de ese elemento repetitivo impregna el escenario de un desván nuboso dentro de una combinación de colores, evocando a Vuillard y la riqueza de un tapiz de Gobelinos, en lugar del efecto de la luz del sol y el color roto que marcan sus cuadros más conocidos de la década de 1910 a 1920.

Bajo el paraguas de rayas se instaló bajo la dirección del artista en febrero de 1906. Permaneció expuesta durante décadas en el lujoso hotel que atrajo a "Diamond Jim" James Buchanan Brady a pagar mil dólares a la semana por su residencia permanente, y fue un recuerdo inmarcesible para multitud de adinerados miembros de la sociedad, financieros y notables, desde Irving Berlin a John Philip Sousa y desde Ethel Barrymore a Al Jolson. Sin duda, su presencia en lo alto de la pared del gran comedor contribuyó a la popularidad y el renombre del artista.

Hoy en día, podemos considerar esta larga composición en forma de friso como un encantador estudio de vestuario finisecular o una exposición informativa de las costumbres victorianas, tal y como sugieren las esferas separadas de los grupos de género. Pero, sobre todo, Bajo el paraguas de rayas relata el desenfrenado deleite y aprecio del artista por las mujeres, expresado aquí en contextos familiares, maternales y sociales. Este es el tema y el asunto que hizo que Frieseke fuera aclamado y premiado a ambos lados del Atlántico y que, hasta el día de hoy, le hace querer a los muchos que le cuentan entre los pintores figurativos estadounidenses más queridos.